Toma de @goballosj desde las Lomas de San Ignacio |
Situado entre montañas rodeado por verdosos cerros y por el
imponente rio Uribante, cómplices silenciosos de la historia que de uno u otro
modo es interesante; su estilo, clima y su gentilicio hacen de este lugar un
pedacito de cielo en la tierra, donde reina la paz y la generosidad.
De la encantadora población de Pregonero, se dice, que se
fundó en dos ocasiones; la primera resultó a finales del siglo XVII en la
Poncha aldea Rubio, la llegada de los misioneros católicos que tenían como
prioridad convertir a la religión católica a los indígenas, esto origino una
disputa por diferencias entre los adoctrinados en la religión, y los que aún se
aferraban a sus credos nativos. Por esta razón, ocurre la destrucción del
caserío. Ese día, uno de los misioneros escapa de la trifulca, pero, es
perseguido hasta el Calvario donde alcanzo a enterrar los vasos sagrados bajo
una inmensa roca (conocida hoy como la piedra del tesoro) allí se le dio muerte
y con él, la primera intentona de poblamiento uribantino. La segunda acontece a
inicios del siglo XVIII, el poblamiento del Valle de Pregonero comenzó en los
sectores de Rubio, la Caña Brava, Pregonero, El Alto, Michitud y Peribeca. Uno
de los primeros blancos en asentarse fue Ignacio Márquez. La segunda y
definitiva fundación de Pregonero, se le atribuye a Don Francisco de Borja y Mora, quien entra
por la aldea El Rincón y ayuda a la pacificación de los indígenas. Francisco de
Borja y Mora tenía como propósito comprar tierras a Ignacio Marquez.